¡El amor muere en la iglesia de los hombres!
En las manos de los desgraciados que violan
a niños, usando el disfraz de la santidad.
A ellos les cambian de iglesias, para esconder
sus delitos, entre muros de piedras. ¡Piedras que
serán sus lápidas en sepulcros blanqueados!
Delitos que prescriben con el tiempo,
y que pagan con dinero pobre. ¿Has visto el amor?
Agoniza por el delito de los pederastas.
Hombres que queriendo alcanzar el poder espiritual,
pierden sus almas, desean un cielo que no existe,
con falsos juramentos...
Pronto les veremos en sus homilías, con apariencia
de piedad, celebrando a aquel, que será el único juez que aplicará sentencia sobre ellos, para siempre.
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Foto de la red.
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