jueves, 4 de julio de 2024

LUCHA DE DIOSES


Desde las más altas cumbres del Machu Picchu, 
bajo un dios a la tierra, heredero de la fuerza de su pueblo.
traía consigo la belleza de sus riquezas.

Su cuerpo hermoso y suave color canela, un indio 
de gran belleza, su sonrisa era la mirada de un cóndor.
Su piel era suave, muy suave como la de una alpaca.
Se transformó en una fiera, salvaje en su esencia. 

Le merodeaba otro dios desde las altas cumbres 
de la cordillera de chile, un  pangui o trapial, el puma.
Uno, de los de mayor rango en la jerarquía de los animales 
sagrados mapuches.
Este también, se transformó en una fiera salvaje en su esencia. 

Ambos se encontraron en el valle, se miraron y se desearon.
lucharon y se enzarzaron en una lucha de poder, ambos queriendo 
el cuerpo del otro, como trofeo de victoria.

El ataque fue directo con sus alas y garras el cóndor se abalanzó contra el puma, esté daba grandes rugidos y sacando sus garras afiladas abrazo su cuerpo como una fiera, le deseaba, no le dejó.

El ave le encumbró unos metros, al éxtasis de la fuerzas.
Pero ambos cayeron al vacío entre rocas de acantilados, 
sus cuerpos se magullan por el dolor y la fuerza.

El puma  vio el momento de tomar el control, abrazo 
al cóndor con sus poderosas garras  y mordió el cuello del ave.
El cóndor no dejaba de moverse, luchaba por su vida.

Desea vivir sentir, y disfrutar de los cielos...
Miro al puma y con sus poderosas alas dio un giro inesperado 
al momento...¡El puma ahora era la presa! 

Y el cóndor le miro y mordió su hocico, un beso de muerte letal, 
ya que el puma también abrió su boca ambos se mordían.
Los animales emitían gemidos, que se escuchaban y viajaban 
por los aires andinos.

Así la lucha duró  por horas, nadie daba un paso atrás...
Ambas fuerzas entre sudor y sangre y lo que representaban de sus pueblos, luchaban por la gloria.

Se hacía tarde, pronto amanecería y el firmamento de la noche 
con su mar de estrellas daría paso al gran dios del sol del altiplano.
Las luchas terminaron igualadas, ambos se dejaron marcas en sus cuerpos.

Ambos dioses ancestrales se separaron, el cóndor emprendió 
el vuelo más allá de las nubes, donde descansan los dioses
y el puma volvió a su guarida 

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Foto de la red
                           

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