Fuego y tierra, una combinación perfecta para amar...
Mire al cielo y allí estaban las constelación de capricornio regida por el dios Cronos, dios del tiempo y la madurez.
Diosa del amor y la fertilidad, las estrellas fijas a su alrededor,
les veneraron.
Y desde el orden del cosmos, había un silencio, que era música celestial.
Freya en la oscuridad de los siglos, busco a Cronos para amarle,
la comunicación entre ellos era perfecta, sus miradas se cruzaron,
verdes y azules sus ojos, sus bellezas eran dignas, de los dioses del Olimpo.
Ambos dioses deseaban amarse, ambos unieron sus labios,
el beso de Freya fue un delicado néctar, suave y jugoso como
cuando muerdes un melocotón, y chorrea el jugo por tus labios y rostro y solo deseas seguir mordiendo.
Freya abrazo a cronos y le dirigios a sus exuberantes pechos, que rápidamente él beso con una pasión desenfrenada, las trompetas sonaron y eso era gloria, gloria, gloria.
Freya gemía, de placer, deseaba a Cronos y él jugaba con el reloj
del tiempo...
Había tiempo, él lo controlaba y con su madurez, disfrutaría de eso hermoso momento, por siglos.
Freya le besaba, y él soñaba en sus brazos y relamía sus excitados pechos, ella también tenía el control, absoluto y la autoridad divina sobre las emociones del amor y el deseo.
Los amantes, disfrutaron por un tiempo y medio tiempo,
ella controlaba el deseo de Cronos, ella le decía que parase
y que continuase, ella le miraba a los ojos, y él cautivado por sus besos.
En una noche fugaz sé amaron...
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